miércoles, 4 de noviembre de 2009

La insoportable impunidad de su crimen

La insoportable impunidad de su crimen


(Por José Schulman)

M
ilitante comunista, Graciela Pane tenía 23 años y estaba embarazada cuando fue asesinada por la Triple A, en octubre de 1975.


Se dice fácil. En octubre de 1975, en medio de un verdadero baño de sangre, de una multitud de crímenes, secuestros y atentados con bombas de todo tipo, un grupo de tareas secuestró a Graciela Panne de las puertas de su casa en Sarandí, la torturó con saña a pesar de su embarazo, la asesinó y la arrojó en las inmediaciones de las piletas de Ezeiza. Graciela era estudiante de ingeniería química de la Facultad Regional Avellaneda de la Universidad Tecnológica Nacional, delegada de su curso, militante del Centro de Estudiantes y de la Federación Juvenil Comunista.


En su momento, la denuncia hecha ante la policía provincial y el Juzgado de Instrucción Nº 5 de Lomas de Zamora, a cargo del doctor Mario Moldes, quedó en la nada. Por entonces, también se abrió una causa federal contra los responsables de la Triple A, pero tampoco prosperó. Luego vino la dictadura y recién al retirarse los militares, alguien se acordó de que López Rega estaba en un exilio dorado en los EE.UU. y lo trajeron, pero al morir éste, la causa volvió al sueño de la injusticia.


Recién fue a finales de 2006 que al ser capturados en España los jefes policiales Morales y Almirón, el juez Oyarbide «encontró» en un armario de su despacho la causa dormida desde 1975, fue entonces que los familiares de Graciela, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y el Partido Comunista nos presentamos ante el juez a reclamar que incorpore su caso a la causa. Fue entonces que los defensores de los represores adujeron caducidad de ésta porque consideraban que matar a una muchacha embarazada, como parte de un plan de exterminio de una cultura política de rebeldía y resistencia al capitalismo, no constituye un «crimen de lesa humanidad», luego de eso, el camarista doctor Freiler creyó estar inhibido de actuar por haber presentado en algún momento un escrito sobre no se qué cuestión de la causa…. y ese aparente “equívoco” demoró la causa otros catorce meses, hasta que sí, la Cámara Federal de Buenos Aires votó dos a uno que eran crímenes de lesa humanidad y que correspondía investigar.


Fue entonces que el fiscal Taiano se tomó todo el tiempo del mundo para elaborar un dictamen que presentó a finales del 2008 consintiendo investigar. Pero igual la causa sigue inmóvil. Paro. Yo no se cómo contar estas chicanas jurídicas absolutamente delirantes e inentendibles para cualquiera que no pertenezca al mundo de los Tribunales Federales, así que opto por algo parecido a la ironía para decir que estoy harto, harto hasta al hartazgo, de la hipocresía y la falsedad de los que convalidan la impunidad con caras de «yo no fui ni lo volveré a hacer».


Lo único que puedo decir, con vergüenza ajena y bronca propia, que pasados ya los treinta y cuatro años del asesinato de Graciela, el doctor Oyarbide sigue negándose a investigar, o sea: a llamar a los profesores y autoridades universitarias que la amenazaron, a los que la detuvieron en la sede policial días antes de su asesinato, a convocar a los compañeros de Graciela a testimoniar una vez más sobre quiénes pudieron haberla asesinado. Porque Graciela estaba ahí, vivita y coleando, con un ser en sus entrañas y un poema en su mirada, con sus temores y sus alegrías -como todos los de esa época-, y la mataron. Y su crimen está impune.

Eso es lo único que tengo claro de toda esta historia. También tengo un par de hipótesis de por qué tanto obstáculo en investigar la Triple A: la primera es que mantener invisible a Graciela y los otros compañeros permite sostener el relato liberal de que sólo se violan los derechos humanos en gobiernos dictatoriales y se sabe que al momento de los crímenes funcionaban (bueno, es un decir) todos los poderes e instituciones constitucionales que auspiciaban, convalidaban o permitían el festín del horror que por cierto era mucho más visible antes del golpe dado que buscaban aterrorizar con la imagen de Graciela/embarazada/muerta.

Y la segunda hipótesis es que investigar de verdad la Triple A obligaría a llegar hasta algunos de los pilares del poder permanente: la Policía Federal, los servicios de Inteligencia del Estado y las Fuerzas Armadas, la burocracia sindical, la derecha universitaria y el nacionalismo profascista, todos los cuales mantienen vigencia y actuación al día de hoy reciclados y maquillados de democráticos y hasta de progresistas como algunos dirigentes sindicales de entonces. O como dijo Tomada al negar el derecho de la CTA a la personería gremial: no se cambia así nomás un sistema de sesenta años. Y también se algo más: que el único modo de lograr Verdad, Justicia y Castigo a los culpables es el de la movilización y la lucha. De que nadie mire a otro lado cuando los ojos de Graciela nos miran -ojos que sólo veían la tele en blanco y negro como canta su hermana Lina- y que todos entendamos de una vez por todas que la lucha contra la impunidad no sólo es una cuestión ética y de compromiso con las víctimas: el golpe en Honduras y las bases yanquis en Colombia, las bravuconadas de la derecha fascista y los avances de la represión estatal nos dicen que debiera ser una cuestión de sentido común ciudadano y democrático. Por casi veinte meses, desde la masacre de Ezeiza al golpe del 24 de marzo, intentamos enconada y casi desesperadamente frenar el terror y defender los espacios democráticos.


Entonces no lo logramos porque algunos entendieron que el terror de derecha ajustaría cuentas con la izquierda saldando los debates que no podían ganar en el movimiento popular y otros creyeron que no se debía criticar a un gobierno débil porque facilitarían el golpe. No fue ni es así. El único modo de enfrentar la derecha es enfrentar todo acto de derecha y toda violación de los derechos humanos, sea que los cometa la derecha profascista o el progresismo de tercera vía, porque sea cual sea el discurso que lo justifique, la represión al movimiento popular y el macartismo sólo fortalecen a la derecha. La impunidad genera más impunidad y el juicio y el castigo es el único modo de construir una Argentina donde matar a una muchacha de 23 años, estudiante de ingeniería en la UTN y embarazada de tres meses sea visto como un acto de locura de gente malvada y no el comprensible resultado de la decisión política de un grupo de Poder de sostener sus privilegios.

Todavía soy...
(fragmento)

No se...
si soy niña o anciana
o soy ambas.
Provengo
de un sueño mestizo de/ razas
de un sueño cansado de ser siempre un/
sueño...
Y yo
que soy niña y anciana
lo tomo, lo llevo/
conmigo
lo mezo y lo acallo
(Ansiosa la niña y/
escéptica la anciana)
El trino continuo se/
eleva
travieso, me huye
lo celo, lo apremio, lo/ logro...
vuelve la esperanza.

Graciela Pane