lunes, 4 de enero de 2010

Entran a la casa de testigo de la causa Feced y roban copias del expediente

En la tarde del miércoles una familia rosarina fue ultrajada. Alguien se metió en su casa de Alberdi, revolvió papeles, se llevó copias de expedientes judiciales, revisó fotos y dejó un pañuelo —de Madres de Plaza de Mayo— ensangrentado. No se llevó dinero, ni televisores, ni joyas.




La testigo Josefina González, su pareja Federico
Reynares y la abogada Leticia Fascendini.

En la casa viven Josefina González y Federico Reynares, su marido. Trabajan en la fiscalía que llevó a juicio la megacausa Feced y además González es querellante y debía prestar declaración ante el tribunal en febrero.

Ahora el Tribunal Oral Federal Nº 2 (TOF-2), a cargo del juicio de la denominada megacausa Feced, trasladó la fecha de inicio al 27 de abril.

La causa conocida como Feced fue elevada a juicio oral parcialmente, ya que por tener más víctimas e imputados todavía sigue en instrucción, y fue recaratulada en el TOF-2 con los nombres de los imputados que serán juzgados: Ramón Genaro Díaz Bessone; Rubén Lo Fiego; Mario Marcote; Ramón Vergara, José Scortechini y Ricardo Chomicky.

"Llegamos a casa luego del trabajo y vimos que algo obstruía la puerta. Estaba todo en orden y no faltaba nada, pero el escritorio era un caos, huellas de que alguien había estado en el lugar. Una foto mía con mis padres (en realidad un «collage» por que yo no tuve una foto con mis viejos), una serie de anotaciones que les hice a ellos y el álbum de fotos de mi casamiento había sido removido, eso sí lo tocaron", dice una Josefina acostumbrada a la pelea.

Su padre, Dardo Tosetto, está desaparecido y su madre, Rut González, fue asesinada por el terrorismo de Estado.

"Cuando empezamos a recorrer la casa encontramos un pañuelo de la «marcha de los mil jueves», un símbolo que repartieron en un acto hace diez años las Madres de Plaza de Mayo en Buenos Aires. Estaba ensangrentado y creo que era mío, fui a esa marcha, pero no estoy segura de que el pañuelo haya sido mío", y acotó que: "Nadie anda con un pañuelo de las Madres en el bolsillo, ¿no?", se pregunta.

Josefina declaró la semana anterior en los juicios que se llevan a cabo en los Tribunales Federales. Es parte del Programa de Protección de Testigos y tiene una custodia en su casa hace seis meses.

El matrimonio tiene horarios muy determinados. "No estaba la custodia, fue a la tarde y saben que en la casa no hay nadie". Esto podría significar que la familia fue observada y hubo una «inteligencia» previa.

González tiene desaparecidos y asesinados a sus padres, tíos y otros familiares, y ella misma fue secuestrada entre julio de 1976 y mayo de 1977 junto a su hermana, hasta que las pudo recuperar la abuela materna.

Josefina no se enteró de quién era su padre hasta que cumplió quince años. "Sacaron las fotos", dice como si le hubieran perforado el alma. Una foto, aunque mentirosa, a veces es lo único que detiene el tiempo.

"También se llevaron las copias de las indagatorias a Díaz Bessone, detenido. Tanto Díaz Bessone como Lo Fiego son los imputados por la muerte de la madre de Josefina.

No es nuevo para González esto de ser perseguida. "Estuve en organismos de derechos humanos desde el 1995 hasta el 2001 y en ese tiempo también recibí amenazas e intimidaciones. Me seguían por todos lados, en el supermercado y en la calle, hasta que se fueron", dice con calma.

El mismo miércoles la familia Reynares llamó a la División Judiciales y se comunicaron con el Programa de Protección a Testigos. El incidente fue a las 16, lo cual es llamativo. Posteriormente actuó la comisaría 10ª. "La custodia se había alejado, pero descartamos la idea de zona liberada, seguramente los estaban observando. No tengo quejas del Programa de Protección a Testigos", dice la joven mujer, demacrada pero no vencida.

El martes por la mañana habrá una conferencia de prensa. Los organismos de derechos humanos y los sectores políticos de la provincia y del país se solidarizaron con el joven matrimonio.

El futuro no es confuso para Josefina. "Si van a tocar a alguien, está bueno que se metan conmigo. Sé como confrontarlos. No nos van a dejar de molestar y este hecho no me hace dudar de que todas las víctimas debemos darnos fuerza y que los culpables vayan presos. No quiero que mis hijos vivan con miedo y respondo por mis viejos", dice una joven mujer, atravesada por la historia de la patria.

Fuente: Diario La Capital